lunes, 28 de agosto de 2017

NOTICIAS --- Dos líneas de metro bajo la plaza del Pilar y otras Zaragozas que nunca fueron


La historia de una ciudad, bien sea una vasta metrópoli o una tranquila villa, se cincela a base de proyectos. Nacidos desde las necesidades vecinal o del afán de proyectar la urbe, pueden tratase de iniciativas modestas y funcionales o, por el contrario, ambiciosas y faraónicas. Los dos mil -y pico- años de la capital aragonesa están trufados de unas y de otras, algunas aún muy presentes en el día a día de la ciudad. Otras ya han desaparecido o de ellas solo queda una pequeña cicatriz. Por el camino, un buen puñado de proyectos se han perdido entre papeles y han quedado en eso, en meras ideas bosquejadas en los papeles y en la memoria de unos pocos.

Este último caso es el de un metro subterráneo con dos ejes, norte-sur y este-oeste, que se hubiesen cruzado bajo la mismísima plaza del Pilar. Sobre la conveniencia de un transporte subterráneo en Zaragoza se ha debatido hace relativamente poco, pero pocas veces se ha visto una representación potencial en un documento municipal. Quizá la primera fuese la que se plasmó a finales de los años 70 en un librillo con la firma de Alfonso Solans Serrano (concejal de Tráfico y Policía, empresario y, en la recta final de su vida, carismático presidente del Real Zaragoza). En esa publicación, Solans proyectó las claves maestras que deseaba para la Zaragoza del año 2000. Una ciudad que “rebasará el millón y cuarto de habitantes” y en la que el vehículo privado jugaría un papel secundario, a la sombra de los autobuses urbanos, el monorraíl y el metro. Por desgracia no hay ilustraciones retrofuturistas ni infografías de un tren elevado surcando los cielos de la ciudad, pero el dibujo del subsuelo de la ciudad -bajo el encabezado de este reportaje- sorprende por lo inimaginable que resultaría la obra a día de hoy.

Quizá con ese metro nonato se hubiese podido llegar hasta otro proyecto que no cuajó, esta vez en el sur de la ciudad: los Pinares de Venecia. En ese espacio, en el entorno en el que el actual parque de atracciones encuentra acomodo, se proyectó un gran zoológico. Se pensó en un espacio de treinta hectáreas “con tres laderas abiertas para las faunas africana, australiana y americana que daría cobijo a más de 50 especies, entre las que habría bisontes, osos de distintas razas (también hormigueros), jirafas, canguros, camellos, panteras, leopardos, orangutanes, gibones, cóndores... También habría una instalación en penumbra para poder observar animales nocturnos. Se contemplaba que los ejemplares estuviesen estado de semilibertad, sin jaulas, evitando así las tristes estampas de animales en presidio que se daban en el parque Bruil. El Ayuntamiento anunció su apertura para 1972 y se estimó un presupuesto de 12 millones de pesetas, pero la idea se acabó esfumando. ¿Habría aguantado abierto hasta 2017, ahora que la reputación de los zoos pasa por horas bajas?

Popularizar el deporte, la cultura y el entretenimiento es la principal motivación de muchas de las iniciativas que quedaron en el limbo. Ahí están los tres proyectos de estadio de fútbol -la remodelación de La Romareda actual y los nuevos recintos para Valdespartera y San José-, las dos propuestas firmes para levantar una nueva instalación para las artes escénicas -una de ellas, teatro de ópera- en el hueco del Teatro Fleta. También hay hueco en la Zaragoza que no fue para una 'Ciudad del Cine y de la Imagen'. Hasta salió a concurso en 2006 la elaboración de un estudio de viabilidad del plató cinematográfico y el resto de servicios (museo, escuela…), que se habrían ubicado al finalizar la Expo en el pabellón de España y otros edificios cercanos.

Un gran paseo hasta el Pilar

Claro, que los proyectos no solo sirven para crear nuevos espacios, sino también para borrar otros del mapa. ¿Se imaginan un Casco Histórico sin el Mercado Central, máximo exponente de la arquitectura modernista en la Zaragoza de hoy? Su supresión estuvo sobre la mesa, y no hace tanto: el PGOU de 1968 contemplaba la creación de la 'Vía Imperial', una gran avenida que uniría la Puerta del Carmen con el Ebro a la altura del Puente de Santiago, inaugurado un año antes. Una vía amplia, moderna, con varios carriles para el tráfico rodado… y sin el mercado de abastos. Un planteamiento impensable, de nuevo, hoy en día, y que no se llevó a cabo debido a la movilización y a la recogida de firmas de la Asociación de detallistas y de los vecinos de la zona.

Y si arrancar el precioso mercado del trazado urbano suena en 2017 a locura… ¿cómo calificar la supresión de toda la zona de El Tubo? Pues sí, también ha propuesto. Y no solo una vez. Ya en 1909, el alcalde Antonio Fleta convocó un concurso para la presentación de proyectos para abrir una nueva calle que se convirtiese en la prolongación natural de Independencia hasta la plaza del Pilar. La iniciativa se retomó varias veces, la última en 1969, hace no tanto...


Fuente: Heraldo de Aragón