miércoles, 5 de abril de 2017

NOTICIAS - Renfe corteja a Virgin y Stagecoach para subirse al AVE más caro del mundo



Renfe ha elegido al consorcio formado por Virgin Trains y el operador británico Stagecoach como pareja de baile para abordar el AVE más caro del mundo, el corredor de alta velocidad que unirá Londres con Birmingham a partir del año 2026. El salto de la empresa estatal española al otro lado del canal de la Mancha supone un punto de inflexión en la política de internacionalización de Renfe diseñada por el Ministerio de Fomento, después de varios años en los que la única prioridad transfronteriza ha estado localizada en el célebre AVE a La Meca.

La compañía que preside Juan Alfaro ha apostado por una alianza segura y altamente competitiva, ya que sus eventuales socios son los actuales concesionarios de la franquicia West Coast, considerada a fecha de hoy como la línea ferroviaria más importante en las Islas Británicas. Este corredor salió a licitación pública a finales del pasado año y será adjudicado en 2019 como punto de partida para el desarrollo de un amplio programa de alta velocidad completado en sucesivas fases por un importe total de 50.000 millones de euros.

El proyecto, denominado High Speed 2 (HS2), viene a ser el contrapunto del Brexit y ha concitado estas últimas semanas a la flor y nata del sector ferroviario a nivel mundial. Los principales 'national champions' de Francia y Alemania, como son la SNCF y la Deutsche Bahn, se han lanzado a una carrera en la que también participan la transalpina Trenitalia con la escocesa First Group, la holandesa Abellio y el grupo asiático MTR de Hong Kong. Renfe cuenta con experiencia de sobra para superar la precalificación, pero necesita unir fuerzas para disponer de las garantías financieras que exige el concurso.

Las condiciones de la licitación establecen como requisito previo un mínimo de cinco años de operación en trenes de alta velocidad. A partir de ahí, se requiere un esfuerzo intensivo en capital de inversión para dotar los avales solicitados por el Gobierno del Reino Unido, asegurar el pago de un canon al Ministerio de Transportes británico y financiar las compras de material rodante y acondicionamiento de estaciones. El operador tiene que asumir los riesgos de la demanda, si bien los precios del ferrocarril en Reino Unido están considerados como los más elevados del mundo.

Renfe cuenta con el respaldo del ministro de Fomento, Íñigo de la Serna, para jugar una carta cuya apuesta de partida se estima en no menos de 100 millones de euros. De ahí la importancia de contar con socios expertos que conozcan los entresijos del negocio, como es la firma del magnate británico Sir Richard Branson. El corredor West Coast factura al año 1.000 millones de libras en la gestión de una línea de 400 millas que une el Gran Londres con las Midlands Occidentales, el noroeste de Inglaterra, Gales del Norte y el sur de Escocia.

La operadora española ha presentado también una oferta paralela por el AVE de California, el primer tren de alta velocidad de Estados Unidos, que será adjudicado en dos fases a partir de este verano. Renfe concurre en alianza con Adif y Globalvía con la intención de asegurar primero un acuerdo de asesoría técnica con las autoridades ferroviarias de California para convertirse después en contratista de una línea de 1.300 kilómetros entre San Francisco y Los Ángeles. Una vez más, los dos grandes rivales a batir son la Deutsche Bahn y la SCNF.

La proyección de Renfe en los mercados internacionales constituye el eje del plan de desarrollo corporativo de una entidad que tendrá que afrontar en menos de tres años la plena liberalización del transporte ferroviario de viajeros establecida por la Comisión Europea. La entrada de competidores en el viejo monopolio del ferrocarril en España obliga a buscar nuevos derroteros que complementen una oferta global orientada de modo preferente al segmento de alta velocidad, donde Renfe cuenta con una extraordinaria ventaja competitiva derivada de una experiencia de más de 25 años.

El Gobierno quiere promocionar a las empresas públicas en el exterior dentro de una estrategia destinada a impulsar la imagen de 'marca España'. Dentro de este marco de actuación, el sector ferroviario representa la cara de una moneda cuya cruz está clavada a sangre y fuego en Aena. El gestor aeronáutico está obligado por ley a recabar la autorización expresa del Consejo de Ministros antes de materializar sus programas de inversión. A fin de cuentas, Aena sigue siendo una empresa pública, por mucho que sus acciones estén cotizadas en bolsa desde febrero de 2015. El simulacro de privatización ha inflamado curiosamente los recelos institucionales sobre una compañía que a día de hoy no deja de ser un pregonero en el desierto que siempre llega tarde, cuando llega, a las grandes licitaciones internacionales.

Fuente: El Confidencial