lunes, 29 de agosto de 2016

NOTICIAS - Y queríamos que llegara el Alvia a Dénia…


Durante la tarde del pasado 28 de julio circuló el último tren entre Calp y Dénia. No volverá a hacerlo durante mucho tiempo: un año, dos, incluso más. Algunos han comparado esa fecha con otra muy famosa, la del 10 de febrero de 1974, cuando transitó el último ferrocarril que desde el siglo XIX había unido Dénia con Carxaixent, Gandia, Valencia y el resto del mundo. También se dijo entonces que aquella clausura era momentánea y ya han pasado 42 años. Esta debe ser la única comarca del mundo que no sólo ha perdido un tren. Ha perdido, de momento, dos.

Para entender porqué el cierre provisional del TRAM, del centenario trenet. es la noticia más importante en lo que va de legislatura es necesario abrir una reflexión en torno a lo que hemos anhelado durante los últimos veinte, treinta años, y lo que tenemos ahora.

¿Qué anhelábamos?

El alcalde de Dénia entre 1999 y 2003, el popular Miguel Ferrer Marsal, dijo un buen día que el proyecto del Tren de la Costa, que entonces se creía inminente, contemplaría a la ciudad la llegada del Alvia. Aquello sí que fue un titular. Con lo del Alvia, que entonces sonaba muy moderno, Ferrer Marsal le ponía símbolo al anhelo histórico de toda una comarca de contar no sólo con un tren de vía ancha, sino con un tren moderno, competitivo, de alta velocidad, que conectara esta geografía en un tiempo razonable con grandes capitales.

Anhelábamos eso. Y también que aquella futura estación estuviera conectada con el resto de poblaciones de la Marina a través de lanzaderas rápidas, autobuses con buena frecuencia de paso, incluso tranvías (cuántos partidos prometieron una línea de tranvías por la costa de Les Marines, Els Poblets, las playas a las que acuden la gente de Pedreguer, de Ondara, de El Verger, de Pego…). Es decir, contar con un verdadero servicio de cercanías que vertebrara toda la comarca, un papel que el trenet (el que se ha cerrado ahora) llevaba años sin cumplir.

Ay. Anhelábamos entrar en la modernidad. Y que ésta fuera una comarca amable con sus vecinos y turistas. Porque el transporte público es eso. Es cuidar de las personas que necesitan viajar para trabajar, ver a su gente o descansar.

Y, ¿qué tenemos?

Nada. Cero. Conjunto vacío. Miseria.

Hoy el Alvia ya parece un ferrocarril trasnochado, el proyecto sigue en vía muerta y Ferrer Marsal hace mucho tiempo que dejó la política. Mientras no se sabe nada del futuro tren (y a este paso no se sabrá en mucho tiempo: Fomento ya se ha buscado la excusa perfecta para volver a retrasarlo con esa barbaridad de que no es rentable), resulta que ahora nos hemos quedado sin el único que teníamos después de que el mismo llevara años y años languideciendo, lento, impuntual e incómodo: tardaba más de tres horas en recorrer los cien kilómetros que separan Dénia de Alicante.

De hecho algunos usuarios del TRAM (a veces hay que ser usuario para poder opinar de estas cosas) están contentos de que haya sido sustituido por un autobús más rápido, más cómodo y que al menos tiene aire acondicionado. Con eso queda todo dicho.

Y, ¿ahora?

Tan pésima situación ferroviaria habla muy mal de mucha gente. Por supuesto de todos los gestores políticos que a lo largo de los últimos años han ocupado tanto la Moncloa como la Generalitat. Pero no se trata sólo de culpar a Madrid o a Valencia.

En algo también se habrán equivocado los gestores no sólo políticos sino empresariales y sociales de la Marina Alta a la hora de reclamar la conexión. Es increíble que una geografía que tiene algunos de los destinos turísticos más espectaculares del Mediterráneo posea tan poco peso en todas partes a la hora de atraer inversiones.

Por eso, de cara al futuro hay que espabilarse. Mucho y deprisa. Los partidos han de olvidarse de una vez de utilizar el tren como arma arrojadiza. Han de hacer piña. Han de hacerlo todos los municipios a través de la Xarxa d’Alcaldes, que por fortuna ya se ha convocado. Han de reclamar el Tren de la Costa en los despachos pero también en la calle. Han de hacerlo con un único trazado consensuado. Y han de vertebrar en el empeño a toda la sociedad civil, empresarios, sindicatos, profesionales, asociaciones de vecinos, entidades culturales y gente del deporte.

Porque si no, esta comarca corre el riesgo de quedarse eternamente aislada. Y los territorios aislados acaban muy mal. Recuerden si no la Macondo de García Márquez, una ciudad a la que de pronto un día ya no llegó ningún tren. Aquí ya hemos perdido dos. Pues eso.

Fuente: La Marina Plaza