lunes, 4 de julio de 2016

NOTICIAS - Los fabricantes del AVE piden a Renfe la "cláusula nórdica" en el contrato del siglo


Los fabricantes del AVE no tienen del todo claro que Renfe pueda culminar con éxito el célebre ‘contrato del siglo’ que prevé la dotación de 30 nuevos trenes con destino a la red de Alta Velocidad en España. Prueba de ello es la solicitud por parte de algunas de las grandes multinacionales que participan en el concurso de la denominada "cláusula nórdica". Dicha estipulación es habitual en los grandes proyectos ferroviarios de los países escandinavos y garantiza el pago por parte del organismo de contratación de los costes derivados de la preparación de las ofertas si finalmente la compra no se lleva a cabo.

La petición de las empresas ha sido rechazada, de partida, por Renfe, que no está dispuesta a modificar las bases del concurso más allá de los requerimientos exigidos por el Tribunal Administrativo Central de Recursos Contractuales (TACR) tras la impugnación efectuada por la empresa canadiense Bombardier. La decisión de este organismo dependiente del Ministerio de Hacienda solo ha supuesto un pequeño reajuste en los términos originales de la licitación, con el fin de eliminar el apoyo a la fabricación nacional que, en realidad, tan solo estaba primado con un punto de los 35 que corresponden a la propuesta técnica.

La corrección del pliego ha obligado, eso sí, a dilatar el calendario de la operación que estaba previsto culminar este mismo mes de julio. Renfe ha tenido que devolver las ofertas recibidas el pasado 16 de mayo para abrir un nuevo plazo de presentación que termina el próximo día 29. A partir de ahí se emprenderá el proceso de valoración de las propuestas en un trabajo que se prolongará durante un mínimo de dos meses, agosto de por medio. En definitiva, no parece factible que la adjudicación definitiva pueda efectuarse hasta bien avanzado el otoño, si acaso y en el mejor de los supuestos, a finales de octubre o, incluso, en noviembre.

La inversión de 2.642 millones de euros que contempla el concurso de Renfe supone una oportunidad que ninguno de los principales fabricantes mundiales del mercado ferroviario está dispuesto a despreciar. Es previsible que a finales de mes la compañía que preside Pablo Vázquez tenga al menos sobre la mesa cinco ofertas en firme, las cuatro formuladas en la primera y fallida fase que corresponden a Alstom, Siemens, Talgo y Caf más la anunciada por Bombardier, una vez resuelto su recurso administrativo. La única incógnita que se mantiene es Hitachi, el fabricante japonés que obtuvo también en su día la precalificación para el concurso.

La participación obligada por razones de competencia implica un importante esfuerzo económico, dadas las complejas especificaciones de un programa que incluye también el mantenimiento de los trenes durante un periodo de 40 años. La exigencia de la licitación se pone de manifiesto desde el punto de vista técnico en las más de 430 preguntas que las empresas fabricantes formularon a Renfe durante la fase de consulta. Todo ello conlleva un gasto que se estima en torno a los cuatro o cinco millones de euros solo por la elaboración de las ofertas y que supone un coste hundido para los concursantes si finalmente el contrato no llega a materializarse.

Las suspicacias que siempre han existido sobre la necesidad empresarial de Renfe de renovar su parque ferroviario han dado lugar a fundados temores ante la deriva de la situación política en España. La expectativa de un Gobierno del Partido Popular abocado a negociar diferentes concesiones con el resto de grupos parlamentarios parece elemental para asegurar la estabilidad del país, pero no es la más favorable para estimular el desarrollo de algunas inversiones públicas muy criticadas desde distintos ángulos políticos. Tanto el PSOE como principalmente Ciudadanos han situado el AVE en el ojo del huracán de sus más furibundas denuncias sociales y económicas.

Los presuntos casos de corrupción en las obras de las nuevas líneas que construye Adif y que han sido denunciados por el propio Ministerio de Fomento complican de manera determinante la estrategia de compras de Renfe, desde el momento en que imponen una actuación mucho más severa y restrictiva a la hora de gestionar los presupuestos de la Alta Velocidad en su conjunto. La operadora ferroviaria ha conseguido cerrar con beneficios el pasado ejercicio de 2015, lo que ha situado un nuevo listón de referencia que constituye el principal desafío histórico del actual equipo directivo. En definitiva, ni el Gobierno de la nación que se constituya en los próximos meses ni tampoco Renfe parecen tener la compra de nuevos AVE en sus códigos de prioridades para 2016.

Fuente: El Confidencial