viernes, 10 de enero de 2014

NOTICIAS-Cuando las musas viajan en tren: las mil y una posibilidades plásticas del ferrocarril.


No es raro que una de las primeras cosas que rodaron los hermanos Lumière con su invento fuera el ferrocarril: la Llegada de un tren a la estación de La Ciotat, de 1895, mostraba el andén repleto de viajeros expectantes, el barullo que formaban en la estación los pasajeros que se iban y los que llegaban y, sobre todo, la majestuosidad y la fuerza de la gran locomotora. Los Lumière fueron los primeros, pero desde luego no los últimos, en explorar las posibilidades del tren para la gran pantalla. John Ford, Hitchcock y Buster Keaton son sólo algunos de los cineastas con los que tren alcanzó las cotas más altas del séptimo arte. Pero las posibilidades artísticas del ferrocarril no mueren en el cinematógrafo. A lo largo de la historia de este medio de transporte que arrancó a principios del siglo XIX, el tren ha inspirado incontables obras, no sólo cinematográficas, sino también literarias y plásticas.

El tren en el mundo de la pintura es precisamente el eje de la exposición que ofrece estos días la Fundación de los Ferrocarriles Españoles, Arte sobre raíles. Más de 300 obras cuyo propietario es Luis Díaz-Guerra, un ferroviario apasionado por las artes plásticas que desde hace veinte años adquiere obras relacionadas con el tren. En la muestra, que puede visitarse gratuitamente en el palacio de Fernán Núñez de Madrid, hay desde grabados del siglo XIX que muestran personajes con vestidos victorianos cuyo equipaje son enormes baúles hasta imágenes hiperrealistas contemporáneas que inmortalizan al tren de alta velocidad. ¿Qué tiene el tren para haber seducido de tal manera a los artistas? "Está cargado de poesía, tiene algo especial", reflexiona Díaz-Guerra. "No sé qué será, pero lo que está claro es que la sensación de viajar en autobús o en avión no es lo mismo que la de moverse en tren. Además, el el ferrocarril moderno tiene el mismo encanto que el de época; es algo atemporal".

Para Jordi Font-Agustí, creador del blog Arte y Ferrocarril y colaborador de la revista ferroviaria Vía libre, toda tecnología tiene su manifestación en el arte, pero el ferrocarril es uno de los inventos que más impacto tuvo en la sociedad. "Es lógico que pintores y escritores lo reflejaran en sus obras, porque el tren marcó un antes y un después", explica Font-Agustí. "Antes de él la gente se movía en un radio de 30 kilómetros, y a partir de él empezó el concepto de viajar, de hacer turismo, de visitar a los parientes por Navidad... La pintura española del siglo XIX refleja cómo los paisajes y las ciudades se vieron modificados por el ferrocarril, la literatura se centra más en el cambio de las costumbres, y en cuanto al cine... el tren supone un espacio fantástico. Metes a un grupo de personajes en un tren y ya los tienes en un entorno cerrado el tiempo que sea necesario".

Algunas obras emblemáticas de trenes.

El libro La bestia humana, de Zola, (donde la presencia del tren es una constante a lo largo de toda la novela); la obra pictórica de Darío Regoyos, ("que reflejó muy bien lo que supuso el ferrocarril para la sociedad española"), y el filme El tren, de John Frankenheimer (sobre la Resistencia en la Segunda Guerra Mundial), son el libro, la pintura y la película que Font-Agustí señala cuando se le pide un ejemplo de cada categoría, "aunque es difícil quedarse sólo con uno". Por su parte, Díaz-Guerra destaca, entre otros artistas plásticos, las obras hiperrealistas de José Miguel Palacio, los trabajos del grabador Venancio Arribas y los cuadros del pintor José Catalá. Pero la potencia de los trenes como fuente de inspiración ha dado muchísimos más frutos literarios, cinematográficos, pictóricos e incluso musicales.

Entre las más emblemáticas creaciones artísticas protagonizadas por trenes destacan películas como El maquinista de la general, de Buster Keaton (1927), una trepidante mezcla de humor y aveturas en la que un maquinista intenta recuperar su locomotora, robada por el ejército de La Unión durante la guerra civil estadounidense; y varias firmadas por Hitchcock y ambientadas en un tren como Asesinato en el Orient Exprés (1974; basado en un libro de Agatha Christie) o Alarma en el expreso (1938). En la novela Anna Karenina, de Leon Tolstoi (1877), el tren es un elemento clave de la obra, unas veces vinculado al amor y otras a la muerte. En el ámbito musical, el ferrocarril ha inspirado obras como 'Musique a grande vitèsse', que Michael Nyman compuso con motivo de la inauguración del TGV (el AVE francés) y que evoca un viaje imaginario a bordo de un tren que viaja a toda velocidad.

Fuente: 20 minutos (www.20minutos.es)